28/4/16

Vivir en el miedo



El miedo  empaña  las ventanas de mis amaneceres
convierte mi corazón en maratonista
me sigue con fidelidad de sombra.

El miedo me encoge
me hace levantar murallas medievales
y construir guaridas.

El miedo aguza mi mirada
prepara mis piernas
tensa mi arco.

El miedo se cuela sin invitación en mis sueños
cambia mis rumbos
me detiene.

Me recuerda con sadismo que soy mortal
que la muerte podría acecharme en cada esquina
en el milimétrico viaje de un dedo en un gatillo
en la mano de algún desconocido
que aprendió a odiarme.

El miedo llega gota a gota y se hace tsunami
llega en variadas presentaciones:
en 140 caracteres,
en el testimonio agitado de un conocido
en la mala suerte de la primera fila
en un link amarillista del Facebook
en la soledad de las calles
en el caminar rápido de los transeúntes
en las miradas alertas que se cruzan en el metro
en lo que dicen y dejan de decir  los noticieros.

Habito en el miedo
pero el miedo no habita en mí
lo sé con certeza
cada vez que  lo uso para recordar de qué estoy hecha
para saberme humana y viva
cada vez que lo uso para crear
para impulsar mis pies hacia mis oasis
para apurar la marcha hacia mis sueños
para tejer con otros redes fuertes
capaces de defendernos del león más fiero.


Hoy lo miro de frente
lo llamo por su nombre
negocio con él algunas treguas
le escribo un poema
lo exorcizo
lo abrazo
lo bebo
lo digiero
lo metabolizo
lo acepto

Hoy danzo con él su danza de espasmos y temblores
en esta obra macabra de tres actos
que, por fortuna, terminará.

Espero vivir para contarlo.