9/5/12
Tejedora
Tejes día a día
la soga de tu horca
con cada puntada de tus dedos obreros
construyes un día menos
y un paso más hacia tu cadalso vislumbrado.
Has pedido una cita a la Muerte
y ella ha agendado complacida
el día y la hora acordados
mientras tus manos hábiles avanzan su tejido
con una inquebrantable disciplina
para llegar a tiempo.
Estas cansada anciana
todo en tí se prepara
como una casa que se apresta para su último invierno
con la llegada de la leña que alimentará pronto
su postrero calor de chimenea.
Tus hojas van cayendo una a una
y te yergues impetuosa en la desnudez de tus ramas
muertas de frío
con la conciencia plena de estar aun de pie
y no por mucho tiempo.
Piensas ya en un mundo sin tí
en la sombra que no dará tu cuerpo
en las risas que no podrán salir de tu muda calavera
en las historias que no oirán tus nietos
en los pájaros que no cantarán más en tu ventana
las mañanas que no verás.
Piensas en los que se quedan
en los que siguen su camino llevándote consigo
en forma de hijos, nietos y otras fértiles semillas
en los que te amaron y en los que no supieron amarte
en los que te dejaron sola
en los que te acompañaron
en los que les diste
en los que te quitaron
en los que te dieron
y así repartes tus símbolos
tus utilerías
y te deslastras para hundirte mejor
en la tierra que te espera.
Piensas en la que no fuiste
en la que quisiste ser
en la que pudiste ser
en la que fuiste
en la que eres
en la que serás cuando tus pulmones se vacíen para siempre
colgada del techo de la Vida vivida
Elijes recuerdos que aceleran el ritmo loco de tus manos tejedoras
gritándole a tus células la temible orden de cesar
y ellas, sabias, fieles,
cambian el rumbo de su marcha
hacia el final inevitable.
Se acerca el día anciana
y serás puntual
como siempre has sido
y alcanzarás tu meta
tu triunfo inobjetable
ganado, permitido, ansiado
sobre el omnipresente Dolor de estar viviendo.
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